miércoles, noviembre 18, 2009

Momentos inolvidables- Primera parte-Por Violeta Merino

Sonó el timbre por última vez. Se respiraba una extraña mezcla de tristeza, preocupación y alegría. Tristeza porque sabíamos que muchos no nos volveríamos a ver (nadie imaginó que después vendrían la internet y el celular). Preocupación por enfrentar a los exámenes de ingreso a la universidad y principalmente a la vida. Y alegría porque se acababa nuestra adolescencia, ya no estudiaríamos los cursos que no nos gustaban, podríamos estudiar o hacer lo que quisiéramos (ya no nos pondríamos más ese uniforme único con ese color tan feo).

Unos lloraban, otros reían. Algunos se pintaban las blusas y camisas. Nos escribíamos recordatorios en nuestros cuadernos (aún conservo el mío). Ya a la salida, en el patio, estando con Mónica Cárdenas, se me vinieron a la mente una serie de recuerdos de los últimos años y ese último día a diferencia del primer día de clases no era Mónica -la chiquita de blanco- quien lloraba sino yo, y así como a mí me llamó tanto la atención su llanto de niña, Mónica (me lo dijo hace un par de años) no entendía el porqué yo lloraba tanto.

Recordaba cuando el año anterior, al entrar a Cuarto, en la formación, creo que fue el profesor Vera quien llamó a los alumnos a su salón, yo daba por descontado que me iban a llamar a mis sección “B” y cuando dijeron los nombres de la sección “A” y escuché el mío sentí una desazón, pensé que se trataba de un error; pero no fue así, me habían cambiado de salón. Traté de evitarlo; pero llegué con los ojos llorosos, (aunque pensé que nadie lo notaría) y encontré muy sonrientes a Mónica, Silvia Iturrarán y Roxana Vizcarra recibiéndome con cariño.

Yo les decía a las chicas que seguro había un error y que regresaría a mi sección “B”. Conmigo llegaron: Liliana Madrid, Giuliana Raggio, Wilfredo Colunga, Gilbert Lanoire (del “C”) y también Irma Terrones, Javier Vega, Luis Flores y Roberto Novoa del “B”. Todos llegaron bien, ninguno se hizo problema. La única con cara triste fui yo (en esa época por todo hacía una tragedia). Por más que traté por todos los medios de que me regresaran a mi salón no lo permitieron. El profesor Coloma que en ese tiempo era el Director del colegio me decía que definitivamente no me cambiarían de salón, aunque al verme tan triste me permitió salir a los pasadizos entre clase y clase si yo lo deseaba, para airearme un rato. Y así lo hice muchas veces.

La primera semana me sentí muy mal. Al profesor Coloma le daba pena verme triste y pienso que se sintió mal por eso. Lo que sí me gustó es que ese año nos dieron el salón del tercer piso; éramos los únicos allí y era un salón muy grande; años después lo dividieron en dos. En la segunda semana me adapté y comencé a sonreír. Me daba risa por ejemplo, cuando por cada cosa que hiciera Sergio Saona todos gritaban:” ¡Saooona!, ¡Saooona!, ¡Saooona!”.

El salón “A” era musical. A comienzos del año Roxana Vizcarra se sentaba detrás de mí y llevaba un radito y lo prendía a bajo volumen en plena clase. A mí me daba risa y me sorprendía que lo hiciera; yo jamás me hubiera atrevido. Siempre sintonizaba Radio 1160 y cada hora escuchaba “Sir Duke”, de Stevie Wonder, que era la “canción de la semana”.



También escuché a cada rato “Winter Melody” de Donna Summer.



En mayo, nuestro tutor, el Profesor Tirado le dijo a Alberto Ugarte que era el brigadier del salón que cambie los sitios y ya no supe más si Roxana siguió escuchando canciones en su radio.

A pesar de que yo no estuve los tres primeros años en la sección “A”, sé por Julio Gastiaburú que cuando estaban en tercero, Elena Cuadra le dijo a la Srta. Enma Pajuelo que había conseguido la letra de una canción muy pegajosa en inglés y la Miss le permitió copiar la canción en la pizarra. Como no sabían el nombre de la canción le pusieron por nombre “UUUUUU” y así, con ese título la encontró Julio en las cuatro o cinco hojas en blanco que quedaban al final del libro de inglés para las anotaciones. Y todos se pusieron a cantar la canción a “capella”. Desde la tierra gaucha cada que nuestro amigo escucha “If you leave now” de Chicago, recuerda ese momento de tercero de secundaria. A propósito, ¿Alguien sabe porqué a Julito le decían “Richard Kimble”? No sé si lo llamarían así por su parecido al actor de la serie “El fugitivo”; por lo que fugaba disparado a la salida del colegio o tal vez fue una premonición ya que después de tantos años lo veríamos “fugado” de personalidad, de extremadamente introvertido a completamente extrovertido.

Ese año, aparte de las 2 horas de inglés, llevábamos cinco horas de “inglés comercial” (con un libro verde) con la Miss Juana y nos tocaba las dos últimas horas de los viernes. Ella o alguien llevaba un radio o tocadiscos y escuchábamos canciones de moda en inglés. Parecía una fiesta, creo que a todos nos gustaba terminar de esa manera la semana. Y todos estaban detrás de las letras de las canciones que las conseguíamos en los cancioneros “Funky Hits”. A Alberto Ugarte le encantaba la canción: “I like dreaming” de Kenny Nogan

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cuando le conseguí la letra se alegró mucho y cada vez que la escuchaba se emocionaba y los ojos le brillaban.

“You’re my world” de Helen Reddy era una canción muy romántica y como no podía ser de otra manera a Betzy Vargas (la más romántica del salón) la canción le encantaba .



En ese tiempo estaba en todo su apogeo la elección de “La más más” de Radio Panamericana. No parecía tan importante decir qué canción ganaba en determinada emisora, sino cuál era “La más más”. Y parecía trascendental saber qué canción sería la ganadora. Para Liliana Madrid la canción ganadora debía ser :”The year of the cat” de Al Stewart



, para Gilbert Lanoire: “Girl, you’ll be a woman soon” de Neil Diamond (una canción antigua que se puso nuevamente de moda en ese año)



y para mí la canción ganadora debía ser “I just want to be your everything” de Andy Gibb.



Y para los tres el tema de la elección era cosa de vida o muerte. Bueno, debo decir, que “La más más” de 1977 fue......”I just want to be your everything”. Lo siento Lili, para la próxima será. Como premio consuelo te puedo decir que tu canción favorita ganó en Radio Miraflores y en 1160.

En Cuarto también nos enseñaron a escribir a máquina con un método muy conocido de las “Escuelas Americanas”. La “asistente” era Juana Pando. Ella nos enseñaba a todos. Quién nos hubiera dicho que al pasar los años, Juanita y Yayo también nos podrían enseñar “Cómo lograr un matrimonio estable y feliz con el enamoradito de colegio”.

Había un curso que se me hacía muy complicado, no entendía nada; sin embargo la clase se hacía divertida cada vez que el profesor enseñaba algo, al escribir sus fórmulas en la pizarra, Raúl Wong levantaba la mano para hacerle ver que lo que estaba diciendo estaba mal. Y eso pasaba a cada rato. Apenas Raúl levantaba la mano todos coreaban: “¡Chino!, ¡Chino!, ¡Chino!” También recuerdo que Raúl llevaba una araña en un pomo y la observaba detenidamente. Asimismo lo vi leyendo libros de química en inglés.

Y las famosas exposiciones, ¡qué aburridas! En un tiempo, aproximadamente en mayo, me di cuenta de que cada vez que le tocaba exponer a alguna de las chicas tranquilas, Hernán Caballero desde su asiento les hacía muecas, supongo que para molestarlas, o tal vez para que se olviden de lo que tenían que exponer. Cuando me tocó exponer, Hernán comenzó con lo mismo. Dejé de hablar y le clavé la mirada en los ojos, inmediatamente se dio cuenta y dejó de hacerlo. Desde allí creo que nunca más volvió a molestar a nadie y a partir de ese momento nos hicimos grandes amigos.

Desde mi punto de vista sólo hubo una exposición, de lejos la mejor de toda secundaria. El tema fue la Segunda Guerra Mundial y nunca vi a ningún alumno involucrarse ni apasionarse tanto en un tema. Definitivamente Félix Medina se lució aquella vez.

Desde que entramos a secundaria yo comencé a engordar, no comía por hambre, sino por ansiedad. En cuarto yo sentía que iba a reventar. Tranquilamente comía 14 panes diarios, quería dejar de comer y no podía. Todos los días me decía a mí misma: “Mañana comienzo una dieta” y el mañana nunca llegaba. Hasta que un día de noviembre dije “basta” y fui a un doctor. Lo primero que dijo es que me debían hacer la prueba de tiroides. Yo sabía que la prueba sería inútil. El resultado no hizo sino confirmar lo que yo sabía: mi problema no era de tiroides sino de “tragoides”. Seguí al pie de la letra el tratamiento. Esa Navidad no comí ni un pedazo de panetón, mi ilusión era llegar delgada a Quinto.

El último día de Cuarto le dije al profesor Coloma que no me cambie de salón el siguiente año, que quería quedarme en el “A”, que ese salón me gustaba mucho. Me miró fijamente y en sus ojos leí: “Todo el año me has molestado por gusto”.

1 Comments:

At 2:56 a. m., Blogger Barranquino said...

Violeta, no te conozco, pero hemos escuchado las mismas canciones en la misma época. Me hiciste retroceder el tiempo, recordar muchas cosas escondidas en el tiempo y tener mucha nostalgia. Muchas gracias.
-Fernando

 

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